sábado, 15 de noviembre de 2008

EL TESORO DE NUESTRO FE


JESUCRISTO REYUn tesoro para compartir

Había una vez un hombre llamado Miguel, que paseando por el monte encontró una cueva increíble. En su interior había almacenadas toda clase de tesoros y piedras preciosas, cuando lo vio, no dudó en ocultar la entrada a aquel tesoro, y dedicó todo su tiempo a guardarlo.
Desde aquel día, el Miguel ocultó, en aquella cueva todas sus cosas de valor, para evitar que los demás se enteraran de que era rico, abandonó su trabajo, su casa, su colegio y sus amigos. Cuidaba la cueva, por miedo a los ladrones, Se dedico tanto a cuidarlo que no comía ni dormía ni bebía, hasta que un día no podía moverse, se dio cuenta que su trabajo había sido inútil. Entonces comprendió que nada le había servido guardar su tesoro, y decidió compartirlo con otros. Cuando entró en la cueva para coger un buen puñado de aquellas riquezas, descubrió que sólo quedaba, una pequeña esmeralda de brillo apagado. Miguel la tomó y salió fuera dispuesto a regalársela al primero que pasara, y apareció una mujer, que recibió la piedra con gran alegría, al mirar la cueva se sorprendió al ver brillar unas monedas doradas. Que se la regalo a una niña. Y al volver a mirar la cueva vio un cofre con joyas y unas bolsas de oro. Miguel no salía de su asombro, y el anciano le dijo: ¡Por fin! alguien libera el encantamiento de esta cueva, esta es la Cueva de los Mil Tesoros, y eres el primero que supera su gran prueba. ¿Y por qué ocurre esto? -dijo el hombre- ¿por qué aparecen y desaparecen las joyas?
Hijo, esta cueva mágica tiene tantos tesoros como tenga tu corazón. Es como tener a Jesucristo, Cuando alguien la descubre, es muy feliz siempre y cuando sepa compartir con los demás.
Miguel comprendió que era mejor compartir que guardar, por que ese tesoro que es Jesucristo crece solo cuando se comparte y somos las personas más felices y ricas del mundo.